Opinión | PSOE

La fiesta de la Pedrocracia

María Jesús Montero pronuncia un discurso de investidura, y los dirigentes del PSOE hablan como si Sánchez ya no estuviera aquí

Ferraz ha celebrado la gran fiesta de la Pedrocracia, un homenaje que solo en teoría pretende la reincorporación de Sánchez a La Moncloa tras su anómala dimisión a medias. Escuchando con mayor atención se percibía un aroma de homenaje póstumo a una presidencia del Gobierno que solo ha cuestionado su titular, sin aclarar el motivo real de su decisión.

Todo ello ocurre en la sede del partido que peor ha tratado históricamente a Sánchez, despeñado de Ferraz en 2016. Aunque disimule, elPSOE está tan sorprendido y noqueado por la exagerada decisión de su secretario general como el resto de la ciudadanía. Los dirigentes socialistas pretenden dimensionar las claves del abandono de su líder, salvo que las ignoran. De ahí que en la gran fiesta de la Pedrocracia hayan estado más atentos a sus propias carreras que a la suerte del desaparecido.

Si se escucha la interminable arenga de María Jesús Montero entre sus márgenes dialécticos, es un discurso de investidura que quizás tendrá que trasladar en el futuro al Congreso. Tanto la vicepresidenta y vicesecretaria general como Teresa Ribera u Óscar Puente se han visto obligados a exacerbar las amenazas que sufre el país, para justificar la estrambótica decisión de su presidente. Han convertido en monstruos a una pandilla de gremlins de la ultraderecha, sin atreverse a señalar a estamentos dudosos de la cúpula judicial.

Con más ganas de sustituir que de restituir, la interminable Montero entonó un «contigo, presidente» que no es exactamente una reclamación de retorno, sino un homenaje de despedida sin regalo de reloj incluido. En algún momento se dio cuenta de que solo hablaba de sus éxitos y propósitos personales, de modo que intercaló sin venir a cuento los gritos de ordenanza a su líder ausente.

A Sánchez no lo ha expulsado nadie, se ha ido y ni siquiera lo ha hecho por completo. Si España es el país de las maravillas descritas por Montero como si fuera Marco Polo, ¿por qué el artífice de esa situación envidiable abandona la empresa a medias? Dado que los gobernantes también reclaman el intachable status de víctimas por boca de la vicepresidenta, cuesta encontrar a los verdugos, que fueron piadosamente ocultados entre ataques indefinidos. Aznar no da para tanto.

En algún momento de los discursos de Puente y Barbón, una voz en off debió recordar que Sánchez sigue afortunadamente vivo y con sus facultades íntegras, con un resultado espectacular esta misma semana en las elecciones vascas y perspectivas prometedoras en las catalanas. El acto fue monopolizado sin embargo por Montero, con el dilema del futbolista que reemplaza a la estrella lesionada. Sin la desgracia del titular, no entra el reserva. Los miles de congregados frente a Ferraz eran terminantes en la continuidad del presidente del Gobierno, no tanto los líderes de la formación.

Es injusto someter los discursos de los líderes socialistas a las reglas de la oratoria. En realidad, no saben de qué están hablando, porque ignoran los motivos de la defección de Sánchez. Y si criticar a la familia sin argumentos es una bajeza, utilizar a la familia como escudo humano revela una catadura similar. «Velar por su familia», como defiende la navarra María Chivite, es un concepto muy peligroso cuando se habla de gobernantes. Aparte de precisar que las tribulaciones familiares castigan por igual a todos los españoles. Begoña Gómez está mejor pertrechada frente a un exceso judicial que cualquier otro ciudadano.

A Teresa Ribera, más moderada y menos visceral que Montero, hubo que indicarle «ve terminando», otro síntoma de intervenciones en bucle.

Incluso internamente, los dirigentes socialistas luchan por su propia supervivencia. El ambiguo García-Page le hizo un flaco favor a Sánchez al empezar con un dardo a Puigdemont, socio preferente de su Gobierno.

El castellanomanchego no deseó con fervor el retorno del apartado, se solidarizó siempre que se confirme la dimisión. El 'Proceso de Reflexión Personal', Bolaños dixit, del presidente del Gobierno ha pasado a un segundo plano. No es «un usurpador ni un okupa», como manifestaba Puente que se remontó a su abuelo. De acuerdo, y entonces, ¿por qué se ha ido a escondidas más que temporalmente?